Si todavía no has escuchado nada sobre los NFT, los Ethereums y la venta de arte digital por unas cantidades de dinero desorbitadas, es probable que lo hagas muy pronto. Y es que, pese a que los orígenes de los NFT se remontan a 2012 y a la época de los Cryptokitties, su popularidad es muy reciente. A continuación te explicamos en qué consisten y por qué se han vuelto tan famosos:
Un NFT, en inglés ‘non fungible token’, es literalmente un “token no fungible” que existe en un blockchain. ¿Te has quedado con cara de póker? Vamos a intentar describírtelo de manera sencilla:
Un token es un signo de propiedad de un activo. Por ejemplo, una entrada de cine te garantiza la propiedad temporal de un asiento en la sala de cine durante una sesión específica.
Por otro lado, que sea o no fungible hace referencia a que el activo es fácilmente intercambiable o no por otra unidad equivalente. Por ejemplo, un billete de cinco euros es fungible, porque puede cambiarse fácilmente por otro billete de cinco euros y el valor final será el mismo.
Entonces, ¿qué es un token no fungible? Un NFT, también conocido como un criptocoleccionable, es un signo de propiedad de un activo que NO se puede intercambiar con facilidad porque es ÚNICO. Así como en el caso de una criptomoneda todos los tokens se crean del mismo modo y tienen el mismo valor (por ejemplo, un Bitcoin tiene el mismo valor que otro Bitcoin), los criptocoleccionables son únicos y diferentes entre sí. Es decir, que cada NFT tiene un valor diferente y singular.
Los NFT utilizan la tecnología blockchain de Ethereum, una criptomoneda en auge, lo que supone una completa trazabilidad. Gracias al blockchain, existe un registro completamente transparente que registra cada transacción realizada, por lo que se identifica públicamente al creador y al propietario de un contenido específico.
Para coleccionar y acceder a tus NFT debes hacerlo con una cartera digital, como Trust Wallet o MetaMask y éstos existirán en una dirección. Es a través de plataformas digitales como OpenSea o Foundation donde es habitual comprar o vender estos NFT, por lo general mediante subastas y utilizando criptomonedas, siendo la más habitual los Ethereums. No obstante, cualquiera puede vender un NFT en la moneda que desee.
Llegados a este punto te preguntarás, ¿qué tiene que ver todo esto con el arte digital?
Pues que si un NFT es único y verifica la autenticidad de una obra, sirve a modo de certificado para demostrar que posees el original de la misma. Y es que cualquiera puede comprar un póster de Van Gogh en la tienda de un museo, pero no cualquiera puede comprar un original. Es por ello que el fenómeno NFT está suponiendo una revolución en el mundo del arte digital que probablemente marque un antes y un después. Por ejemplo, uno de los casos más recientes y famosos es el del artista Mike Winkelmann, más conocido como Beeple, que ha vendido una obra de arte por 69 millones de dólares. Y no es el único que está sacando una buena tajada, sigue leyendo porque hay mucho más detrás de todo esto.
Como decíamos anteriormente, los NFT tienen más recorrido de lo que aparentan, y es que ya en 2012 se popularizaron algunos juegos basados en Ethereum como los famosos CryptoKitties, en los que se podía coleccionar gatos virtuales, siendo cada uno único y con características diferentes: edad, color, forma, etc. Este caso es y ha sido bastante polémico porque demuestra que el uso de blockchain no se utiliza únicamente para monedas, sino también para el ocio.
Y de los CryptoKitties pasamos al éxito de Beeple y posteriormente han sido muchos los artistas y famosos de toda índole que se han sumado al carro de la creación y venta de NFT: Grimes, Soulja Boy, Devendra Banhart, Pilar Zeta, Pussy Riot…
Nos encontramos en el punto en el que, en la actualidad, tal como indica el Observatorio Blockchain, se estima que la capitalización del mercado de los NFT pueda alcanzar este año los 1300 millones de dólares.
Y no únicamente en arte digital consisten los NFT, sino que se utilizan en juegos de gaming, coleccionables, sellos, licencias, etc. Por ejemplo, la NBA vende tarjetas coleccionables de las mejores jugadas de la historia del baloncesto a través de su propia plataforma Top Shot. Otro caso es el CEO de Twitter, Jack Dorsey, que ha vendido el primer tweet que se publicó en esta red social por 2,5 millones de dólares.
A raíz de esto no han parado de crecer los artistas conocidos o anónimos que han decidido crear NFT para subastar su arte digital y son muchos los que se preguntan…
Lo que está trayendo múltiples quebraderos de cabeza es sin duda por qué pagar cantidades de dinero astronómicas por obras de arte de las que cualquiera puede disfrutar gratuitamente. Y es que todos podemos guardarnos una imagen o hacer una captura de pantalla, así de sencillo.
Todo recae en el valor que se le otorga a la obra de arte, algo intangible que depende del imaginario colectivo. Y es que el comprador de un NFT no adquiere únicamente la propia obra de arte, sino que adquiere su propiedad y una garantía de autenticidad. Algo que principalmente podría interesar a coleccionistas apasionados del arte que quieran apoyar a sus artistas favoritos o también inversores que quieran especular y esperen que aquello adquiera más valor en un futuro.
Y aunque todo suena bien, ante el boom de los NFT muchos se preguntan si realmente son fiables a modo de garantía.
Son muchos los artistas que aseguran que el NFT es el futuro del arte y es que por fin el arte digital está siendo monetizado. No obstante, todavía hay incógnitas en cuanto a la seguridad de los mismos. Y es que, si los NFT se alojan en servidores de terceros, ¿qué pasaría si esas empresas quebrasen y cerrasen sus servidores? Son muchas las empresas que dicen estar trabajando en esta cuestión, pero desde luego este asunto genera cierta desconfianza en los compradores.
Por otro lado, parece ser que los NFT abren nuevas vías al arte, al coleccionismo y a muchos otros sectores y, aunque sólo el tiempo lo dirá, parece que han llegado para quedarse.